viernes, 9 de abril de 2010

Extracto No. 7: “El vacío del millonario”.



Extracto No. 7: “El vacío del millonario”.

Fabriciano Rosales hoy es un hombre de dinero, poder y esmeraldas, pero irónicamente no ha dejado del todo su ex condición de minero. Los métodos que ha usado para escalar posiciones lo tienen atrapado en un túnel todavía, aparentemente sin salida gracias a su soberbia. Sólo una valiente: Simona, la ama de llaves de su hacienda y su amiga desde la infancia, se atreve a hablarle con la verdad. A continuación, un extracto de una conversación reveladora entre ellos.

Melissa G.

Autora de la novela "Tentación, Color Esmeralda".

Panamá, Panamá,

Extracto No. 7: “El vacío del millonario”.


-Fabriciano: Siéntate, Simona.

-Simona: Desea hablar conmigo como el patrón de la hacienda o como el amigo de toda la vida......

-Fabriciano: Como el amigo de toda la vida.

-Simona: Tú dirás, entonces, Fabriciano. De qué parte del pasado me quieres hablar.

-Fabriciano: Siempre le pregunto a Juan estas vainas, pero quiero saber si has tenido algún contacto con Laura.

-Simona: Mi amistad con Laura se perdió hace muchos años, sobre todo por permancer aquí. Lo mejor que ella pudo hacer es haberse ido de la región y no regresar.

-Fabriciano: Simona, quiero ir a verla, necesito ver a Laura.

-Simona: Fabriciano, qué ociosidad de tu parte, tienes tantas cosas que poner en su sitio producto de los errores de tu pasado; y lo único que te sientes urgido en hacer es buscar a una mujer que ya no se debe acordar de ti.

-Fabriciano: No me basta con saber lo que me cuenta Juan a través de su esposa, necesito verla con mis propios ojos, aunque sea oír su voz.

-Simona: ¿Qué esperas encontrar, a la misma chiquilla que adoraba a ese minero de cabellos rubios y ojos azules? No, Fabriciano, el tiempo no pasa por gusto, ya Laura es una mujer como de mi edad, que habrá tenido que luchar mucho por sacar adelante su vida después de tanto dolor. Dale gracias a Dios que no le guardó resentimiento a Juan, él no le hizo nada directamente, pero era tu amigo; de haber sido lo contrario, nunca hubieras tenido noticias de ella aunque sea a través de la esposa de él.

-Fabriciano: No me basta con que sepa dónde vive o que la esposa de Juan la vea de vez en cuando cada oportunidad que viaja a la costa. ¡Yo necesito verla!

-Simona: El remordimiento no sirve de nada, sin el arrepentimiento, Fabrciano. Tú construiste tu montaña de errores, desde el primer momento en que cambiaste al amor de tu vida, por la tentación del dinero y del poder. De ahí, muchas cosas feas sucedieron y te has pasado media vida olvidándote de ellas, poniendo la carga de tus errores sobre la gente que te quiere: Sobre Juan, sobre mí, sobre Nidia, porque ella aunque te odia, nunca te ha dejado de amar; la carga está hasta sobre tu hijo César, también sobre él está el peso de tu pasado.

-Fabriciano: No hables locuras, Simona.

-Simona: Locuras no; sensatez, honestidad, franqueza. Cosas que aliviarían tu angustia. Pero nada mejor sería si fueras humilde ante Dios y los hombres de reconocer quién fuiste, qué hiciste, Fabriciano.

--Fabriciano: ¡Ya lo hecho, hecho está!

-Simona: No, Fabriciano, tú te podrás haber salido con la tuya en muchas cosas, pero de Dios Todopoderoso nadie se burla. Una vez le dije a tu hijo, que el principio de la sabiduría, es el temor de Dios. (Proverbio 1, 7). Tú, Fabriciano Rosales, has jugado a ser el dios de la vida de mucha gente, has hecho y deshecho a diestra y siniestra; te has olvidado que Dios sólo hay uno y ése no eres tú.

-Fabriciano: Yo no estoy para escuchar tus vainas de Dios, eso déjalo para los locos, los desocupados, los que quieren ser santos. A mí no me interesa nada de esas pendejadas.

-Simona: Fabriciano, amigo mío, cómo será la manera en que rindas cuentas aquí en la tierra, quién será esa persona que te hará tragar tu soberbia. Ahora, con su permiso, Don Fabriciano; me retiro.

Continuará....

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