miércoles, 29 de abril de 2009

Cuento No. 18: La Mano Derecha de Fabriciano.


Cuento No. 18: La Mano Derecha de Fabriciano.

Viene del Cuento No. 17: EL Amigo del Zar de las Esmeraldas.
http://novelatentacioncoloresmeralda.blogspot.com/2009/04/cuento-no-17-el-amigo-del-zar-de-las.html

Bogotá. Interior de un Lujoso restaurante bar.

Camilo Gutiérrez hace entrada en el restaurante-bar donde se encontraban César y Arístides. Ellos dos lo ven pasar con un maletín en mano, en dirección a una mesa del lugar. La mirada de los ojos verdes de César siguieron muy de cerca los movimientos de Gutiérrez, a lo que Arístides reacciona, diciendo: -¿César, qué crees tú que puede estar haciendo Camilo Gutiérrez con un maletín en este restaurante? César enfático dice: -No sé, por eso me sorprendió su presencia aquí, pero hay muy buenas posibilidades que se trate de un pedido de mi padre. Claro que el movimiento éste todo sospechoso de la llegada de un tipo como Gutiérrez con un maletín que seguramente no es suyo, no me agrada para nada. A veces me pregunto por qué mi papá confía tanto en ese hombre, míralo nada más, su sola cara te dice que estamos hablando de alguien sin escrúpulos, pero con un aire de hipocresía. Arístides concuerda con su amigo y agrega: -Eso es cierto, como también es cierto que tu papá ha sabido invertir dinero en la imagen de su sospechosa mano derecha. Gutiérrez se viste bien, muy elegante para encajar en ambientes como éste; él aparenta más ser una especie de secretario privado que lo que es: Un tipo de malos pasos que tu papá contrató como asistente. César dice ante el comentario: -Ni me lo recuerdes, Arístides. Lo peor de todo es que sé que Gutiérrez y Ernesto se han aliado en varias ocasiones, sólo para taparle a mi querido hermano sus fechorías. Arístides dice: -Bueno, es que es la combinación perfecta. Ernesto es un bribón, Gutiérrez le cubre sus bribonadas, Ernesto se salva por un tiempo de las consecuencias de sus actos, Gutiérrez saca un “dinerito” extra. El negocio perfecto. César contesta: -Pues, voy a tener que intervenir para ver cómo interrumpo esa asociación.....Tras esas palabras, César y Arístides continuaron observando a Gutiérrez con sumo cuidado, desde la mesa en donde se encontraba.
La descripción que habían dado el par de amigos sobre Camilo Gutiérrez no podía ser más precisa. Él era un hombre de oscuro pasado, con expediente policiaco borrado gracias a las influencias del importante empresario de las esmeraldas nacionales Fabriciano Rosales; pese a eso, su imagen física y su vestimenta aportaban a las apariencias. Por los elegantes pasillos de la empresa de la familia Rosales De la Vega, Camilo Gutiérrez no parecía desentonar; fácilmente se confundía entre el personal administrativo, especialmente cuando le tocaba seguirle los pasos a su jefe Fabriciano, cuando éste daba una ronda por la compañía. Es que a través del viejo ex minero Rosales, Gutiérrez había entrado a un mundo sumamente tentador: Al mundo de aquellas atractivas piedras preciosas de color verde que le cambian la vida a cualquiera. Todo cambió para Gutiérrez, pero de cierta forma, todo seguía siendo muy parecido. Él era una mezcla entre finura y vida delictiva, su cabello castaño, tez clara y elegante vestido lo convertían en un hombre interesante demasiado cerca del poder de Fabriciano; quien un día fue un prototipo de lo que era su mano derecha: Un minero de ojos celestes, cabellos rubios, actitud desenfadada, que se casó con la hija del dueño de la concesión de la mina La Próspera. Quizás la proximidad y el parecido entre Fabriciano y sus indispensable asistente, no le hacía ver peligro alguno; pero colocar a un hombre de tal calaña cerca del viejo ex minero era un asunto digno de preocupación. Fabriciano podía recibir una acción en contra, igual a las que él hacía en su juventud desenfrenada.
Es que el actuar de Gutiérrez era sigiloso, callado, pero siempre con una intención guardada. Gutiérrez había aprendido que guardar silencio mientras Fabriciano hablaba, le había valido su descuidada confianza. El pasado de su jefe era la esmeralda más valiosa que él había encontrado en medio de la familia Rosales De la Vega. Esa misma forma de proceder Camilo Gutiérrez la aplicaba a su espera en la mesa del elegante restaurante. Callado, casi inmóvil en la silla, con un vaso de agua como única bebida, Gutiérrez aguardaba la otra parte de su encomienda. El maletín de sospechosa procedencia se mantenía en el piso, a un lado, casi debajo de la mesa, pero lo suficientemente a la mano para tomarlo en el momento debido. Finalmente, el enigma era descubierto ante los ojos de todos los que estaban atentos a lo que sucedía. Honesto Vargas llegaba al restaurante y localiza con su mirada a Gutiérrez, hacia el cual camina, sin dejar su perspicaz sonrisa de su rostro. Ni los años habían borrado del abogado y también contrabandista de esmeraldas de Honesto su peculiar manera de sonreír.
César y Arístides se percatan de la llegada de Honesto y afortunadamente éste pasa de largo de la barra de bar hacia la mesa de Gutiérrez, sin darse cuenta de la presencia del hijo mayor de Fabriciano y su mejor amigo. Arístides le advierte a César que la retirada era lo más prudente: -César, mejor es que salgamos, no nos vaya a ver Honesto Vargas. De seguro usted no querrá tener que forzosamente saludar a ese tipo por una cuestión de educación y mucho menos querrá que lo que vayan a hacer Honesto y Gutiérrez se vea encubierto al percatarse de nuestra presencia. Dejemos que se confíen y que se lleva a cabo la transacción. Lo más seguro es que el maletín es para Honesto Vargas, dentro debe haber o una esmeralda o dinero en efectivo. La razón de este pago si es algo más difícil de determinar, pero obviamente es por alguna solicitud que le habrá hecho tu padre. César dice ante la opinión de su amigo: -Tienes razón en todo lo que dices, mejor salgamos, que se confíen, pero esperémoslos afuera del restaurante, para comprobar la teoría.
César y Arístides se retiran, a la par que en la mesa de Honesto y Gutiérrez llegaban unos tragos para cada uno, mientras el abogado y contrabandista de esmeraldas dice: -Lo que más me agrada de Fabriciano como cliente es su puntualidad en los pagos. Es que así son los grandes hombres de verdad: Serios para los asuntos de negocios. Por eso hemos sido amigos desde hace muchos años, Gutiérrez. Tu jefe y yo somos casi como hermanos, pero siempre he sabido que él es el que manda, je, je, je. Gutiérrez frío y serio dice: -Es que así debe ser. Doctor Vargas, sólo vine a entregarle la encomienda de Don Fabriciano, lo mejor es que la tome, está a su alcance.......Honesto entiende qué significaban esas palabras y busca el maletín junto a la silla de Gutiérrez. Éste se disponía a ir, pero Honesto rápidamente lo detiene, a la par que abre el maletín. –Un momento, Gutiérrez, sólo por precaución, hasta los más caballeros tienen un despiste.....
El interior del maletín guardaba una exquisita esmeralda tallada, a lo que Honesto dice: -Ya puedes irte Gutiérrez, mándale mis saludos a Fabriciano. Gutiérrez asienta con la cabeza y se retira. Fuera del restaurante, Gutiérrez se dirige a uno de los autos de Fabriciano, prestado por él para la encomienda. César y Arístides cuidadosamente observan la escena. Los ojos verdes de César captan la ausencia del maletín, ante lo cual dice: -Salió sin el maletín, Gutiérrez salió sin el maletín. Arístides añade: -No quiero preocuparlo, amigo, suficiente tiene con lo de la boda con Mercedes de la cual no está tan convencido, pero si su papá le paga con un maletín a su abogado de cabecera, es que Honesto Vargas no quiere como mínimo declarar impuestos de esas ganancias...en pocas palabras, esto es un asunto chueco. César molesto dice: ¡Y mi papá que se presta para algo así, de seguro que Honesto se lo pidió como un favor! Qué mejor que recibir efectivo o una esmeralda, eso es ganancia pura. Arístides añade: -Honesto Vargas es un viejo lobo, César; con todo respeto, ese hombre sabe manejar sus intereses, incluido tu padre.......César se mostraba preocupado, pero fue interrumpido por su celular. Lo tomo y al ver la pantalla, contesta en inglés: Hello...........Hi, Dorothy, how are you?

Continúa en el próximo cuento.

Melissa G.

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