miércoles, 15 de abril de 2009

Cuento No. 16: La Suerte de las Esmeraldas.




Cuento No. 16: La Suerte de las Esmeraldas.

Viene del Cuento No. 15: "Los Tesoros de Doña Matilde".
http://novelatentacioncoloresmeralda.blogspot.com/2009/04/cuento-no-15-los-tesoros-de-dona.html

Bogotá. Instalaciones de GEMAS GENERACIÓN ROSALES, S.A. Presente.

Don Fabriciano Rosales se encuentra con su hijo Ernesto cara a cara por los pasillos de la empresa de esmeraldas Gemas Generación Rosales, S.A. Ernesto era un hombre en sus treinta y cinco, atractivo, de cabello y ojos oscuros, sarcástica sonrisa y brillo de ambición en su mirada. Quizás el rasgo más fuerte en Ernesto era su sagaz inteligencia. A pesar de todo esto, para Fabriciano ser el padre de Ernesto hasta ahora no había sido una ventaja personal dada su propia ambición, por el contrario, ese hijo había sido para él una carga sobre sus hombros. Con desagrado, Fabriciano escucha el irónico saludo de Ernesto: -¡Cómo amaneces, papá, dado que hace rato no se te ve por ninguna parte! Fabriciano toscamente le responde a su hijo: -¡QUÉ TE IMPORTA! Ernesto sonríe como sólo lo sabía hacer él y esconde sus sentimientos tras una contestación indiferente: -Como quieras.....ah, necesitamos hablar, tengo que ir a la mina La Próspera.....No, no, no, papá, no me mires así, no es por capricho que quiero abandonar la empresa, es por pedido de César, alias tu hijo preferido. Como él anda ahora queriendo ser joyero, alguien le dijo que podía serlo, yo no, la mina está siendo descuidada, al igual que su producción; así que hay que mandar a alguien y quién mejor que yo que sé cómo funcionan las cosas. Fabriciano sólo aprieta su cara en son de molestia, para luego añadir toscamente: -Está bien, ve a mi oficina en cinco minutos; total, hay algo que tengo que decirte. ¡Y no te demores que yo no tengo tiempo que perder, carajo! Ernesto sonríe y dice: -No te preocupes, papá.
Tan pronto como Fabriciano desaparece de la vista de Ernesto éste parece entender por adelantado lo que su padre quería decirle en privado. Su expresión confiada cambió a consternación, pero rápidamente su mente comienza a trabajar en sus opciones. Si Ernesto en lugar de ser un ejecutivo heredero de un imperio de esmeraldas fuera un minero, sin duda alguna sería uno de los trabajadores más astutos, de juego sucio y amante de romper las reglas de compañerismo y solidaridad en nombre de la supervivencia. Ernesto dentro de una mina no laboraría para encontrar una esmeralda, sino para quitársela a aquel que se haya jugado la vida para encontrarla. Él sería de la táctica de esperar a que alguien casi saliendo del túnel con una bella gema de color verde se tropezara con una trampa colocada por él, para quitarle la esmeralda. La realidad era que las armas de Ernesto no eran una navaja o algo con filo usado en la oscuridad de un túnel para arrebatar lo que no había conseguido con esfuerzo propio; sus armas eran propias de la comodidad del dinero y de las influencias y poder dentro de un negocio tan tentador como el de las esmeraldas. Ernesto camina rápidamente hacia su oficina y en la privacidad de la misma toma su celular, para llamar a uno de sus contactos: Cynthia. Marcando un número hasta la ciudad de Panamá, Ernesto le da unas rápidas indicaciones a una mujer que no sólo compartía con él una relación meramente pasional, sino también llena de ambición. Cynthia, dentro de unos diez minutos llama al celular de mi papá y hazte pasar por la secretaria del gerente del casino del hotel “Royal Bogotá”. Le vas a decir que lamentas mucho que lo hubieran alarmado por el pago de la deuda de su hijo Ernesto, pero que no es necesario que él se sienta comprometido de ninguna manera, que ya han tenido respuesta de mi parte y que el asunto está bajo total control del casino.......Perdiendo la paciencia Ernesto da a conocer la furia que también podía tener, dejando a un lado su ironía y burla en su hablar: ¡YO NO TENGO TIEMPO PARA REPETIR NADA, CYNTHIA, ASÍ QUE MEJOR QUE HAYAS AGARRADO LA IDEA Y HAGAS EXACTAMENTE LO QUR TE PEDÍ! Ernesto se calma para pasar a decir una de sus ideas metódicas y altamente analíticas, mostrando la otra faceta de su personalidad, capaz de ir de la ira a la calculadora frialdad. –Cynthia, tienes que entender que esto no es un asunto de repetir como un papagayo, sino de entender cómo funcionan las cosas. Todo es dar un buen golpe de suerte. ¿Cómo crees que un tallador de esmeraldas saca el brillo de una piedra? En términos muy sencillos para que puedas entenderme, todo se trata de tomar una acción rápida, pensar en un segundo y que la suerte esté de tu lado. Es como escoger un número en la ruleta de un casino.....Cynthia ante las palabras de Ernesto, añade: Ah, ya, como cuando te vas a jugar al casino....Pero, bueno, Ernesto, tú no siempre ganas en la ruleta, por algo estás endeudado hasta la zapatilla....La ironía de Ernesto tuvo su respuesta para la torpe Cynthia: -Sabes, Cinthya, lo malo contigo es que lo que tienes de tentadora, lo tienes de bruta......Cynthia reclama: ¡Ey, qué te pasa, Ernesto, cómo me dices eso! Ernesto enfático termina la conversación, no sin antes envolver a su cómplice: Cynthia, lo que dije es por tu bien, yo te conozco, pero no te puedes quejar de mí, entre tu hermana y tú te escogí a ti porque eres mucho más bonita y con más agallas. Ahora haz lo que te digo. Cynthia antes de cerrar la llamada, dice: -Está bien. Ernesto concluye la conversación, esperando que la suerte lo acompañara como acompaña a una esmeralda deseosa de quedar brillante por la talla.
Unos minutos después Ernesto ingresa a la oficina de su padre Fabriciano Rosales y éste terminaba de hablar por teléfono con su amante Vicky Peralta. –Nos vemos en la noche, ¡mi mujerona!......Ante el piropo que Fabriciano le propició a su amante, Ernesto sonrío silenciosamente en son de burla. Fabriciano cerrando el teléfono, se percata de la mofa de su hijo y le dice sin consideraciones: ¡Y tú de qué te ríes, payaso! Ernesto prefiere negar el acto diciendo: ¿Yo? De nada. ¿Acaso hiciste algo digno de que uno se riera? Bueno, papá a lo que vine. Necesito ir a la mina porque César anda muy ocupado con lo de la línea de joyas y.......Fabriciano interrumpe a Ernesto para decir: Sí, sí, ya hablé con tu hermano César y él me dijo que te fueras a la mina.....Ernesto replica: -Ah, vaya, ahora es César el que da los permisos y órdenes para ir a la mina La Próspera, yo que juraba que el yacimiento era del dominio de todos los miembros de la familia......Fabriciano indica: No, la mina es sólo mía....pero a lo que te llamé, caramba.....¿Cómo está ese asunto que debes una fortuna en el casino del “Royal Bogotá”? Ernesto comienza a jugar a dar largas, esperando la llamada de Cynthia a Fabriciano: -Papá, no sé quién te dijo eso, pero la situación no es así, más bien está en total control. Sí, perdí un poco de dinero, pero nada que mis ganancias personales en la empresa no puedan cubrir. ¿Quién no tiene una mala noche en un casino? Fabriciano serio dice: Eso no fue lo que me dijo el administrador del casino, porque con él fue con quien hablé........Ernesto guardó silencio esperando el sonido del celular que lo sacara de su aprieto. En ese instante la llamada llega al celular de Fabriciano. Él ve el número y al desconocerlo dice: No sé quién me molesta, ese número no lo conozco, debe ser equivocado.....Ernesto le insiste a su padre: ¡No, papá, contesta, por favor!.....Puede ser importante. Fabriciano con cierta incredulidad contesta: ¡Aló!
Los segundos que transcurrieron fueron para Ernesto críticos. Él observaba a su padre con atención y veía cómo la expresión del mismo cambiaba con cada palabra que escuchaba. El rostro de Fabriciano pasó de la intriga, a la atención, de ahí al cuestionamiento, para luego relajarse un poco. Fue entonces cuando dijo en voz alta: Bueno, si es así, voy a hablar con mi hijo.....Le agradezco la llamada, señorita, mándele saludos al gerente del casino del Royal Bogotá y dígale que le agradezco que se haya tomado la molestia de llamarme desde Panamá en medio de su viaje de negocios, pues........Gracias a usted....Perdón, con quién tuve el gusto......Gracias, Evangelina, que tengas un buen día. Fabriciano cierra la llamada y Ernesto cual niño inocente pregunta: ¿Quién era, papá? Fabriciano muy directo, dice: -Te salvaste, me llamó la secretaria del gerente del casino para darme un mensaje de parte de él, dice que ya está arreglando el asunto contigo, que no me preocupe. Yo sólo espero que sea así, que tengas con qué pagar y que pagues, porque te advierto, si me vuelven a molestar con el mismo asunto, Ernesto, voy a pagar por ti, pero te voy a cobrar muy caro: ¡Te saco a patadas de la empresa y asunto saldado! Ernesto dice fríamente: Eso no será necesario, papá. A pesar que Ernesto se había librado momentáneamente de su problema, decidió meter en aprietos a su hermano César. –Papá, cambiando de tema, quería hacer una pregunta algo personal.....¿Ya se arreglaron César y Merceditas? Es que supe que habían peleado y como estamos a días de la gran boda......Fabriciano se pone de pie y dice alarmado: ¡QUE CÉSAR Y MERCEDITAS PELEARON! Los ojos de Ernesto brillan ante la complacencia de ver alarmado a su padre y en apuros a su hermano mayor.

Continúa en el próximo cuento.

Melissa G.

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