miércoles, 8 de abril de 2009

Cuento No. 15: “Los Tesoros de Doña Matilde”



Cuento No. 15: “Los Tesoros de Doña Matilde”.

Viene del Cuento Cuento No. 14: “Mariposas en las Esmeraldas”.
http://novelatentacioncoloresmeralda.blogspot.com/2009/04/cuento-no-14-mariposas-en-las.html

Zona esmeraldífera. 30 años atrás.

Fabriciano en el interior del cuarto de la difunta Doña Matilde de De la Vega, se sentía más extraviado que en sus tiempos de minero dentro de un túnel desconocido de la mina de esmeraldas La Próspera. Él había entrado a la habitación de la que fue esposa de su ahora suegro Don Nicanor De la Vega en busca de un broche en forma de mariposa confeccionado con exquisitas esmeraldas de la región. El asunto había parecido sencillo tal como se lo había planteado Honesto Vargas en la cantina del pueblo, sólo era cuestión de robar la joya, dársela a Honesto y recibir a cambio dinero, más dinero del que hasta ahora había conseguido como esposo de Nidia De la Vega; sin embargo, dentro de esa habitación, Fabriciano empezaba a cuestionarse cada vez más si debía o no ceder a la tentación de una colección de joyas que ciertamente, jamás pensó tener.
Los ojos celestes de Fabriciano comenzaron a observar la lujosa habitación. Dando temerosos pasos, el joven ex minero se coloca en el centro del lugar y por varios segundos, comienza a apreciar la belleza del recinto. El mismo había sido la habitación matrimonial de los esposos De la Vega y tras la muerte de Doña Matilde, su esposo Don Nicanor decidió conservar el lugar a modo de un santuario, con la misma belleza y finas pertinencias que siempre caracterizaron a la habitación. Todo dentro del cuarto era delicado, con finos muebles clásicos, adornos preciosos de diferentes partes del mundo, elementos de arte seleccionados acertadamente, flores frescas y en especial, varios cofres de joyería que albergaban una cantidad considerable de piezas con esmeraldas. Fabriciano se dirige hacia una cómoda de imponente espejo y observa que sobre la misma, además de un juego de platería para tocador, habían dos cofres de joyería de igual material. Las manos temblorosas del ahora importante hombre de la región abrieron el cofre y descubrieron un ala de mariposa color esmeralda sobresaliendo entre otras piezas. Fabriciano saca el ala y descubre que se trataba de una mariposa completa que a base de varias esmeraldas de corte algo irregular, algún diestro tallador de piedras preciosas había logrado el pedido que le habrá hecho Don Nicanor para su esposa: Una mariposa esmeralda colocada en un broche para su uso.
El hallazgo del broche que le había indicado Honesto Vargas había sido muy rápido, cualquier minero desearía que encontrar esmeraldas fuera así de fácil y cómodo, pero en su experiencia Fabriciano sabía que una esmeralda siempre traía peligros consigo, bien sea a la entrada o a la salida de un yacimiento. La retirada de la habitación era entonces lo que le preocupa al joven ex minero. Con el broche de la mariposa esmeralda en sus manos, Fabriciano se dice así mismo: -Encontrar la joya fue fácil, pero salir de aquí es otra vaina......Nicanor De la Vega sabe lo que está haciendo al dejar todas estas joyas así, dentro de un simple cofrecito. Él sabe que entrar aquí es casi imposible, pero si alguien lo logra, se puede confiar y pensar que ya todo es fácil, ¡pero yo anduve por una mina por muchos años, desde niño y sé que hasta salir de ahí, se puede cantar victoria! Nicanor ha hecho que sea fácil para un ladrón sacar una joya de aquí, si es que logra entrar, pero dejar este cuarto con esmeralda en mano, le puede valer a uno hasta la muerte, como cuando te cansas dentro de un túnel y no tienes fuerzas para salir de ahí.
La idea de Fabriciano no estaba lejos de la realidad. Dentro de la habitación, puedo escuchar la fuerte voz de su suegro Don Nicanor, llamando a la ama de llaves de la hacienda: Doña Pedra. Don Nicanor gritaba: ¡PEDRA, PEDRA, DÓNDE ESTÁ LA LLAVE DEL CUARTO DE MATILDE, PEDRAAA! El pedido a voces de Nicanor le había dado a Fabriciano la señal de salida. Volviendo a colocar la mariposa esmeralda de vuelta a su cofre, comete un error y abre la cajita de plata equivocada. Dentro del otro cofre que se encontraba sobre el lujoso tocador, Fabriciano encuentra una impresionante gargantilla con perlas y una imponente esmeralda, de gran tamaño, perfecto corte y profundo color verde, limpia a la vista, toda una tentación para quien pudiera tenerla entre sus manos. Fabriciano toma esa esmeralda y sus ojos brillaron de ambición. –Esta esmeralda debe ser de unos cien quilates. El pensamiento de Fabriciano volvió a ser interrumpido nuevamente por la voz de Nicanor, dando órdenes a Doña Pedra: -¡PEDRA, QUE ABRAN EL CUARTO DE MATILDE, VOY PARA ALLÁ! Fabriciano decide rápidamente guardar la costosísima gargantilla y el broche de mariposa en sus respectivos cofres, no sin antes verse al espejo y decir: -Desgraciado Nicanor De la Vega, todo esto es lo que tienes y piensas que alguien como yo no te llega ni a los pies, pero te voy a demostrar hasta dónde puede llegar Fabriciano Rosales.....
La cerradura del cuarto de Doña Matilde comenzó a moverse y Fabriciano pasó de su posición de ambicioso a temeroso. La puerta se abrió y dio paso a la ama de llaves, a Doña Pedra. Ella al ver a Fabriciano dice: -Don Fabriciano, buenos días, qué sorpresa verlo por aquí en este cuarto.....Fabriciano responde a la par que se dirige a la puerta para salir rápidamente de ahí: -Por qué te parece raro que esté aquí, si esta hacienda es de mi mujer Nidia. Doña Pedra agrega unas sabias palabras cuando ya Fabriciano había abandonado la habitación. A la puerta del lugar la mujer dice: -Es verdad, Don Fabriciano, pero como aquí no se puede entrar, por una cuestión de respeto, sin el permiso de Don Nicanor, me atreví a decirle eso; pero menos mal que Don Nicanor no ha llegado.......eso sí, el que está en todas partes es El Señor, dicen que sus “ojos rondan la tierra”. Fabriciano a modo de chiste dice: Pues, qué ojotes debe tener Dios, ¿y de qué color serán? Pedra con una sonrisa, responde: -No lo sé, a lo mejor tiene en sus ojos todos los colores del mundo, o a lo mejor escogió el color más hermoso que esta mujer ha visto en su vida: El verde. Fabriciano termina diciendo: -Verde, como el color de los ojos de mi hijo César......Tras esas palabras, Fabriciano pensaba abandonar del todo el corredor, pero los pasos de Don Nicanor anunciaron su arribo. Hubo un intercambio de duradas miradas entre él y Fabriciano, ninguno de los dos dijo nada; sólo la llegada de un pequeño niño de unos diez años, cabellos rubios y ojos verdes calmó todo. La inocente criatura se dirigió primero a su padre, quien lo abrazó mientras decía: -¡Mi hijo, carajo, qué grande se está poniendo! Nicanor observó el momento, para luego pedirle a su nieto que viniera hacia él. –César, ven para acá a saludar a tu abuelo. El pequeño César obedece y Nicanor lo abraza y se agacha a la altura del niño para observarlo y decir a toda voz, lleno de orgullo: ¡Eres mi viva estampa, César, cuando seas grande serás igual a mí!
Doña Pedra había sido testigo del incómodo momento, de la torpe rivalidad entre dos adultos que pensaban ganarla usando a un pequeño, como quien se debate por una esmeralda, pensando que tenerla era todo, olvidando su cuidado. La prudente ama de llaves acaba con el momento diciendo: -Don Nicanor, estaba por entrar al cuarto de Doña Matilde, para su visita diaria......Nicanor dice: -Sí, acompáñame Pedra, me llevo a mi nieto conmigo....Fabriciano antes que se cerrara la puerta del cuarto, le dice a su hijo César: -¡M’hijo, luego jugamos en el jardín! El pequeño César responde: -Sí, papá...Fabriciano abandona el corredor y se dirige hacia otra parte de la región.
De vuelta a la cantina, Fabriciano le daba unas órdenes a Honesto Vargas: -Honesto, olvídate de lo de las joyas de la muerta Matilde, va a ser muy complicado, Nicanor se daría cuenta y yo no quiero oír los gritos de ese loco. Vamos a seguir el negocio de contrabando, pero a mi manera. Mi compadre Juan me va a conseguir esmeraldas de La Própsera para que tú la vendas y me des la mayor parte de las ganancias. Eso sí, esto lo vamos a hacer por un tiempo, porque algún día, yo voy a mandar en todo lo que hay. Honesto Vargas con su perspicacia acostumbrada, responde: -Está bien, Fabriciano, haremos las cosas a tu modo, tú eres el jefe; además, siempre hay formas para lograr lo que uno quiere y en la hacienda de tu suegro, hay más de una tentadora esmeralda para que te adueñes de ella. ¡A tu salud, mi buen amigo! Fabriciano y Honesto brindan con un vaso de aguardiente, uno de los tantos momentos que en adelante, compartirían como socios de andanzas peligrosas.
El tiempo pasó y treinta años después, Fabriciano ya no es un muchacho ambicioso, es un hombre adulto de edad madura. Camina por los pasillos de la empresa Gemas Generación Rosales, S.A y es saludado con respeto por todos los empleados. En su camino se cruzó con su hijo César, un hombre de cuarenta años, de ojos verdes y de físico semejante a Don Nicanor. Pero la vida de Fabriciano seguía siendo el túnel de una mina con muchos peligros; su hijo Ernesto era uno de ellos.....





Continúa en el próximo cuento.

Melissa G.

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